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Los activistas e investigadores son amenazados y abusados por grupos criminales o por las autoridades y luchan por proteger el medio ambiente por miedo. Según la ONG Global Witness, 31 de los 177 asesinatos de ecoactivistas en 2022 fueron atribuidos al país.
Hay que imaginarse la montaña escondida bajo esta espesa nube gris, sus tramos boscosos y, en lo más alto, el cráter petrificado de Iztaccíhuatl, “mujer dormida” en lengua náhuatl. Al pie de este volcán de 5.215 metros de altura se encuentra el Centro de Sostenibilidad Incalli Ixcahuicopa (Centli), una de las últimas construcciones antes del ascenso: un laboratorio científico para estudiar especies, además de invernaderos para preservar la biodiversidad de este gigante parque volcánico compuesto por Iztaccíhuatl y su amante que escupe cenizas, Popocatépetl, la “montaña humeante”.
Rebeca López pasea por el centro; en sus ojos tristeza y enojo. La noche del 12 de junio todavía la persigue: los brazos y las piernas atados a la espalda, los golpes en la cara. Los gritos de su marido desde el jardín. Álvaro Arvizu, director de Centli, fue golpeado por encapuchados y murió una semana después. “Álvaro estuvo profundamente bueno. Dirigió talleres con residentes locales para crear conciencia sobre la crisis ambiental y la tala ilegal.suspira la viuda. Alguien ya nos había cortado la luz, estábamos bajo vigilancia, pero nunca pensé que nos atacarían”. un coche de policia
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