“Joshua” fue arrastrado allí hace tres años. Los daños en el eje de la hélice requirieron una parada técnica inmediata, mientras que el casco construido por el astillero Meta en 1962 mostró más que el peso de los años: deformaciones irreversibles de la estructura, que también contó la historia del velero de Bernard Moitessier con cicatrices en particular su varado en 1982 en la costa mexicana, donde fue atrapado por un ciclón.
En cierto modo, pedir encajes a una empresa más acostumbrada a hacer grandes manteles fue el reto al que se tuvieron que enfrentar los caldereros Palliçois de Lecamus. Se reemplazaron aproximadamente 8 m² de chapa de acero debajo del vientre derecho del velero, placas relativamente gruesas de 5 mm. Realmente engañosamente simple. “En realidad, es más difícil de escribir que los grandes buques de carga”, resume el jefe de la empresa, Maxime Legendre. “Allí se forman todas las chapas en tres dimensiones”, lo que equivale a amasar acero. “Es un gran cambio para nosotros”, dice el jefe de obra Éric Audiot, un ex tendero con un conocimiento enciclopédico de su oficio que lo libera de muchas limitaciones.
Un marco temporal
Porque los obstáculos son más numerosos de lo que parece a primera vista. La reparación se realizó con el casco en posición vertical, mientras que la construcción se realizó con el casco al revés. Luego los planos: “Los tenemos, pero son inexactos”, añade Jean-Marc Duboc. Baste decir que faltan las marcas de los moldes originales debajo de la línea de flotación, la parte que se va a operar. Entre otras dificultades, era necesario evitar que el casco se hundiera, ya que el principio de construcción se basaba precisamente en la rigidez de esta piel de acero, que garantizaba la de todo el velero. Arrancar parte de la chapa significaba ponerse en riesgo. Por ello, antes de retirar la parte averiada y proceder a la reparación, se realizó una secuencia de consolidación preventiva en el interior de la embarcación, instalando una cuaderna provisional que corsetaba el conjunto.
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