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Pero el 12 de octubre de 1968, Enriqueta Basilio lo hizo sola y acaparó toda la atención del estadio y del mundo durante varios minutos. En La legendaria historia de los Juegos Olímpicos.Robert Parienté está encantado: “Diosa de un mundo nuevo, admirable escuadrón de las Vestales griegas, sube con paso ligero la enorme escalera, luego gira hacia el estadio y por unos instantes nos ofrece su belleza”. Con el brillo de su piel oscura realzado por un traje blanco sin mangas, traga sin debilitarse los 93 pasos que la conducen a su destino y sonríe sin cesar a pesar del ácido láctico que obstruye sus vasos y le pellizca los muslos.
85 suizos, entre ellos 4 mujeres
Es un verdadero esfuerzo y es un verdadero desafío soportarlo sin sufrimiento visible, como un verdadero atleta. En 1968, las mujeres apenas comenzaban a reclamar su lugar en la “gran familia olímpica”. Fue admitida oficialmente en 1900, pero durante mucho tiempo su participación allí fue sólo de carácter simbólico: algunas participantes se limitaban a unos pocos deportes y eran consideradas fisiológica y socialmente “aptas” para el ejercicio de actividades femeninas: tenis, vela. , croquet, deportes ecuestres, golf. La marca del 10 por ciento para la participación femenina se aprobó en Helsinki en 1952, pero el progreso ha sido lento. En 1968 no había competiciones femeninas de ciclismo, remo, lucha, tiro, levantamiento de pesas y baloncesto. Enriqueta Basilio está inscrita en varias disciplinas de velocidad, incluida la de 80 m con vallas, que se convirtió en 100 m con vallas a partir de 1972. El atletismo femenino (12 pruebas frente a 24 masculinas) finaliza con los 800 metros con vallas. Además, todavía creemos que las carreras de larga distancia son perjudiciales para las mujeres y pueden provocar prolapso de órganos.
Durante la ceremonia de apertura, las mujeres mexicanas vestidas de traje blanco desfilaron separadas de sus compatriotas masculinos, de los cuales constituían sólo una quinta parte. La delegación suiza, encabezada por el piloto de Friburgo Henri Chammartin, está compuesta por 85 miembros, entre ellos sólo cuatro mujeres. Entre ellos se encuentra Marianne Gossweiler, que contribuirá a la medalla de bronce en doma por equipos.
Otra mujer destacó en esta ceremonia inaugural: la nadadora francesa Christine Caron. “Kiki” Caron, medallista de plata cuatro años antes en Tokio y primera estrella del deporte femenino en Francia, porta la tricolor. “En México mucha gente se asombraba de que una niña fuera la abanderada”, dijo en 2016 con su descaro parisino El diario del domingo. En aquel entonces estábamos empezando a ver deportes femeninos”.
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Elegido por su encanto
La gente también lo miraba por sus bonitas piernas. Enriqueta Basilio también fue elegida por su belleza escultórica. Los organizadores, que querían utilizar los juegos para proyectar una imagen hermosa y moderna de México, quisieron asestar un gran golpe al nombrar a una mujer como portadora final de la antorcha. Tenía que ser atléticamente capaz de subir corriendo la gran escalera a 7.000 pies, pero también tenía que ser “femenina”. Enriqueta es invitada a una especie de casting. Al verla con su inmaculado atuendo, los integrantes del Polideportivo Olímpico Mexicano tienen una revelación: ella es la indicada Diosa Voladorala “Diosa Voladora”.
Mientras espera la ceremonia, la mantienen en secreto y la encierran en el Centro Olímpico. No sabe nada sobre la sangrienta represión del movimiento estudiantil en Tlatelolco el 2 de octubre, pero ve cómo la presencia militar aumenta a su alrededor. En realidad no tiene miedo; le dijeron que sería un buen entrenamiento antes de la carrera. Todo sucede como en un sueño. Despertar es irreal: está sola, sin dinero y sola con minishorts blancos para regresar a la Villa Olímpica. Envuelve su linterna en un periódico, toma una chaqueta y camina por la parte trasera del estadio.
Luego participó en los 80 metros con vallas, los 400 metros llanos y el relevo 4×100 metros, en cada uno de los cuales fue eliminada en la primera ronda. Luego se convirtió en dirigente e incluso en diputada, llevando de nuevo la llama olímpica en 2004 y permaneciendo fiel durante toda su vida a los ideales de la fe olímpica, que mantuvo a distancia el 12 de octubre de 1968. El 12 de octubre del año pasado, una ceremonia conmemorativa reunió en México a los grandes nombres de los Juegos de 1968. Estaba Bob Beamon, estaba Dick Fosbury, estaba John Carlos y estaba Enriqueta Basilio, la diosa voladora.
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