La increíble historia de Chuy, el “hombre lobo” mexicano.

Jesús Aceves, de 41 años, sufre una enfermedad extremadamente rara, la hipertricosis: tiene la cara cubierta de pelo. Aquí está su historia.

Cada vez que sale a la carretera, Chuy provoca sorpresa y miedo en su camino. A los 41 años acabó acostumbrándose a las miradas indiscretas. a los insultos que han estado presentes desde la niñez cada uno de sus movimientos. Jesús Aceves, apodado Chuy, sufre una enfermedad muy rara, hipertricosis o “síndrome del hombre lobo”: tiene la cara llena de pelo. “¿Por qué Dios me creó así? ¿Por qué no soy como los demás?”, se pregunta este mexicano desde pequeño.

50 casos en todo el mundo

Lo soportó en la escuela. las burlas, los golpesAlgunos le arrancaron el vello facial por diversión. A los 13 años se refugia en el alcohol y empieza a trabajar en un circo con dos de sus primos, que padecen la misma mutación genética. A lo largo de la historia, en todo el mundo sólo se han registrado unos cincuenta casos de hipertricosis. Trece de estos casos -siete hombres y seis mujeres- pertenecen a una misma familia, originaria de Loreto, estado de Zacatecas (centro de México). No sufren ningún síntoma más que este vello facial, pero les resulta muy difícil ir de compras, ir a trabajar, hacer amigos o encontrar un alma gemela.

Jesús Aceves ahora tiene una hija que heredó la misma enfermedad.
AFP/YURI CORTEZ

“No debería ser así, pero lamentablemente es la realidad. “No tienes oportunidades sólo porque eres diferente”, explica este hombre de voz cálida. Sin diploma y con un rostro que le cerraba las puertas, Chuy no encontró otra salida que trabajar en circos, donde apenas ganaba 8 dólares al día. Trabajó en particular en “Circo de los horrores” en Londres. Esta vida circense de más de veinte años lo perjudicó y minó toda su autoestima, dice, “pero sólo lo noté más tarde porque al principio era bueno”.

Aún peor para las mujeres

Allí conoció a su esposa, que no padece la misma enfermedad, con quien tuvo una hija de 13 años que había heredado esta hipertricosis. “Tuve suerte, encajamos bien”, dice Chuy, que lleva varios meses recogiendo botellas y cajas en la calle. Para los hombres, esta enfermedad es un problema, pero para las mujeres es aún peor. Sin duda, ante la dificultad de aceptar la paternidad, su pareja los abandona cuando quedan embarazadas, como lo muestra el documental de un año de duración “Chuy, el hombre lobo” de la directora mexicana Eva Aridjis, pasó uno y Media gente sigue a esta familia con la esperanza de cambiar de conciencia.

Para los mexicanos, el caso de Chuy recuerda inevitablemente la triste historia de Julia Pastrana, una mujer de una etnia indígena de Sinaloa (norte), que padecía esta enfermedad genética y tenía rasgos faciales simiescos y como tal fue retratada en Europa en el siglo 19 “Mujer Mono” o la “mujer más fea del mundo”. Su cuerpo fue embalsamado y exhibido en una exposición de “casos extraños” en Noruega. No fue hasta 2013 que su cuerpo pudo ser enterrado en su país de origen.

“Quiero ser feliz”

Sentado hoy en un banco en un barrio de moda de la Ciudad de México, Chuy parece indiferente a las miradas de los corredores que reducen el paso para observarlo. Cansado del ridículo y la discriminación, decidió aceptar su condición y dejar el alcohol a un lado. Se cubrió la cara con las manos mientras caminaba. Hoy afronta la mirada sin complejos. “Estoy cansado de sentirme mal. Soy igual a los demás y quiero sentirme feliz”. “Si Dios nos hizo a todos diferentes es por una buena razón”, concluye.

Ivette Zamora

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