Miguel Ángel Atenco intenta continuar con su vida normal como vendedor de tacos, a pesar de los vaivenes del Popocatépetl, el volcán que experimenta renovada actividad a 70 kilómetros al sureste de Ciudad de México y cuyas paredes albergan a nueve millones de habitantes.
“Bueno, seguimos con nuestras tareas habituales y esperamos ver cómo reacciona el volcán”, dijo a la AFP Miguel Ángel, vecino de San Nicolás de los Ranchos, en el estado de Puebla, uno de los tres afectados.
“Hay que dedicar tiempo a limpiar”, añade barriendo la ceniza que cubre la acera cercana a su restaurante.
Vendedores de escobas se frotan las manos cubiertas de ceniza gris en Puebla y su ciudad hermana Cholula.
Cientos de soldados estacionados en la región también participan en la limpieza en medio de una mezcla de nerviosismo e incertidumbre.
Desde lo alto de sus 5.426 m, el Popocatépetl (“la montaña que humea” en náhualt) vuelve a estar activo desde el viernes: desde la cima del cráter se desprenden impresionantes bulbos rojos, espesas fumarolas grises o blancas, cenizas y gases.
Se registraron temblores derivados de las explosiones en las profundidades del “Popo”, que inspiraron al escritor británico Malcolm Lowry a escribir su legendaria obra “Debajo del Volcán” luego de una estancia en Cuernavaca.
Las autoridades han establecido una zona de exclusión de 12 kilómetros de largo alrededor del volcán Iztaccíhuatl (“la mujer blanca”), otra montaña que rodea el Valle de México.
Las autoridades locales también recomiendan el uso de mascarilla, que ya no se utiliza desde el final de la pandemia.
Los expertos examinan cada hora la sismicidad alrededor del “Popo” y la composición de los materiales que libera.
– Mayor estado de alerta –
“Los volcanes tienen una actividad muy caprichosa”, estima el investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Manuel Espíndola, y quiere tranquilizar.
“Como en otras ocasiones, es muy probable que la actividad disminuya en los próximos días”, afirmó el investigador.
El presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró este miércoles que “Don Goyo” (apodo del popo) se estaba calmando a pesar de la impresionante expulsión de ceniza. El dirigente recibió este miércoles al gobernador de Puebla.
Desde el domingo, las autoridades aumentaron el nivel de alerta de 2 a 3, el umbral justo antes de la alerta roja que supondría la evacuación de la población.
El sábado, los dos aeropuertos de la Ciudad de México estuvieron cerrados durante varias horas y se cancelaron decenas de vuelos.
No es la primera vez que el volcán provoca sudores fríos en los vecinos con sus explosiones y sus intensas emisiones rojas o sus nubes de humo.
El “Popo” ha experimentado varios picos de actividad desde su despertar en 1994 después de unos 70 años de letargo. En junio y julio de 1997, sus cenizas cubrieron la Ciudad de México y sus alrededores, provocando infecciones respiratorias.
En diciembre de 2000, ante una erupción, las autoridades pidieron la evacuación de 4.000 personas que se negaron a abandonar sus hogares. No ha habido ninguno desde entonces.
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