Conducir un coche de Fórmula 1 es un sueño para todos los entusiastas del automovilismo. Pero conducir un F1 que sirvió a Ayrton Senna para ganar carreras es sin duda más. Así es como se ve a bordo de la cámara.
Con 16 victorias, dos campeonatos de constructores de Fórmula 1 y dos de pilotos, el McLaren MP4/5 se ha ganado su estatus de leyenda del automovilismo. Como en la competencia solo nos conducían tres pilotos (Ayrton Senna, Alain Prost y Gerhard Berger), la experiencia de estar realmente detrás del volante fue solo un sueño para la mayoría de nosotros. Hoy, gracias a la moderna tecnología de cámaras y a un piloto de Indycar llamado Pato O’Ward, puedes acercarte un poco más a la realidad. En el famoso Autódromo de Laguna Seca, el joven piloto tuvo la oportunidad de conducir el auto por primera vez.
El auto en cuestión era el MP4/5B de 1990 conducido por Ayrton Senna. Propulsado por un bloque Honda V10 de aspiración natural de 3490 cc que desarrolla 710 hp, este coche puede acelerar su motor hasta 13.500 rpm. Ha ganado el Gran Premio de Estados Unidos, Mónaco, Canadá, Alemania, Bélgica e Italia. También permitió al brasileño subir al podio en los Grandes Premios de Brasil, San Marino, México, Francia, Inglaterra y Portugal.
Una leyenda viva
Construido por la fábrica de McLaren mientras estaba a cargo de leyendas como Gordon Murray, Neil Oatley, Steve Nichols y otros, el automóvil fue la secuela de un automóvil casi imbatible: el MP4/4. Al volante, la experiencia es increíble. El motor, los cambios de marcha, la suspensión… ¡el coche está vivo! Y es bastante impresionante que O’Ward pueda conducir este monoplaza casi como si estuviera en un automóvil moderno cuando lo condujo por primera vez.
La cámara del casco nos brinda nuevos conocimientos sobre lo difícil que era para los ciclistas de finales de los 80 y principios de los 90 ir cada vez más rápido. Una cosa es cierta : Conducir un automóvil de este tipo hoy en día es un verdadero sueño incluso para los pilotos. Lo demuestra la reacción de Pato O’Ward al final. Basta de hablar, mira.
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