Si hoy el tomate es una parte casi indispensable de la dieta mundial, no siempre fue así. Sus inicios no fueron tan fáciles, y éste tuvo que demostrar durante dos siglos que no era venenoso.
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El tomate no siempre ha tenido este lugar central en la gastronomía. La planta, originaria de América del Sur, crece de forma silvestre en los valles montañosos de los Andes. Pero un poco más al norte, en el actual México, los aztecas lograron cultivarlas. Lo llaman “Tomalt” y lo comen en salsa con guindillas.
Cuando Cristóbal Colón descubrió América en 1492, también descubrió el tomate. Después de un largo viaje en los barcos de los conquistadores, la fruta desembarcó en el sur de Europa a principios del siglo XVI.
cuenta como veneno
Muy rápidamente, los italianos y los españoles sirvieron el tomate con todas las salsas, que luego fue imitado por la provenzal. Pero más al norte, los europeos se niegan a comerlo. El tomate sería un veneno peligroso. Se predice un sufrimiento terrible a aquellos que se atreven a comerlo.
Esta mala reputación viene de una prima, la peligrosa belladona, una planta conocida por su toxicidad. Esta creencia perdurará durante casi dos siglos.
Consumido en todo el mundo
En 1790, revolucionarios de Marsella viajaron a París para celebrar el primer aniversario de la toma de la Bastilla. Cuenta la historia que en las posadas se demandan platos caseros a base de tomates.
Se introduce la moda. Fue el comienzo de una duradera historia de amor entre el tomate y los franceses.
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